
Las consecuencias a partir de este punto sin retorno son imprevisibles. La Tierra tratará de llegar al equilibrio medioambiental. Y entonces el hombre, como ser diminuto, minúsculo, que es respecto a todo el planeta, tendrá poco que decir. Lo que podamos hacer, hay que hacerlo ya. Ahora.
En su libro La venganza de Gaia, Lovelock sostiene que el ser humano, con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y otras formas de degradación medioambiental, ha llevado a la naturaleza al borde de una crisis sin remedio. Subirán las temperaturas, habrá problemas con el suministro de agua potable, la vida en los océanos se encontrará en peligro, disminuirá la producción de alimentos y habrá migraciones en masa a los lugares del planeta que sigan siendo habitables.
Además de la citada teoría, Lovelock inventó un dispositivo capaz de detectar concentraciones muy pequeñas de sustancias en la atmósfera, incluidos los dañinos gases CFC que se utilizaban como refrigerantes para los frigoríficos y en los aerosoles. Así se descubrió que los CFC permanecían en la atmósfera, destruyendo la capa de ozono. Se prohibió el uso de los CFC y se consiguió detener, con una decisión que apoyaron todos los países del mundo, el deterioro de la capa de ozono.
Ahora recibe, por éstas y otras contribuciones a la ciencia y al medio ambiente, el Premio a la Ética Ambiental concedido por el dominical británico The Observer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario